
Aunque se le quiera cubrir, no podría ser cubierto. Desde las primeras horas del alba se manifiesta como una espina que arde, que se mueve entre los tejidos del alma; impetuosa se sabe importante. ¿Le he dado yo tal privilegio? ¿He rodeado yo de vida a lo que pareciese carcomer desde dentro? Pues sí; culpadme, decidme que de iluso he pecado y que las sombras nublan mi inteligencia. Que deambulo como marioneta sin hilos; sin rumbo, sin senda alguna.
Lo padezco, lo vivo, mis días son por aquel espectro adornado. Mis noches hechas manantiales de suspiros, de recuerdos, de caminatas a ningún lugar; de ecos sin sonido.
Soy obra inconclusa. Soy musa de pintores ciegos, de músicos sordos y de poetas sin alma; soy quien sin alas corre en campos donde se incinera la madrugada. Soy quien anhela, quien sueña y quién sufre. Soy quien en vigilia recorre los montes en soledad; quien aguarda el regreso del Sol.
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