Abrí la ventana y esperé a que el aire disipara el pensar; curioso, pues mi objetivo era preguntarme un sin fin de cosas que me daban vuelta desde hace un rato, para que así mi cabeza no fuese tan rápido, para que el mareo fuera decrescendo.
Era temprano, debe haber sido entre las ocho o nueve de la mañana y yo estaba esperando no sé qué, de no sé donde; para tranquilizarme, eso sí lo tenía claro, quería respirar hondo y no podía. Hubiese sido bueno cantar, eso me habría liberado en un pálpito; pero la hora no me acompañaba, habría sido suicidio para las cuerdas que se encontraban en frío.
¿Qué me quedaba por hacer? Tenía preguntas y enunciados dirigidos a la nada de mi habitación, pero claramente podían ser resueltos más tarde; no por mí, claro, pero sí por quien guarda secretos en jardines lejanos.
Pasaban los minutos, el frío entraba por la ventana y yo sin respuesta alguna; solo con la mirada algo turbada, fantasiosa y anhelante.
Habían cosas que aguardaban por mí, era un día como tantos otros y único en su tipo a la vez. No suelo ser de las personas que van con la mirada perdida, pero esa mañana era inevitable sentir que mi cuerpo estaba siendo movido por hilos; hilos que quería cortar para avanzar a paso enérgico.
Me vestí; me puse el abrigo y el gorrito que compré hace un tiempo, el cual me hace parecer de esos niños de orfanato de Londres. Sonreí frente al espejo y escapé con la lluvia. Las preguntas podían esperar un tiempo más ,puedo con ellas un poco más.
1 comentario:
Estimado Ignacio, veo que has formulado un excelente Blog. Fascinante tus palabras, realmente llegan a lo profundo del espíritu, mas que un cantor eres un poeta mi querido amigo.
Y recuerda una cosa "para poder llegar a ver el arco iris, primero debes soportar la lluvia".
Por lo que tome su paraguas, impermeable y su gorro estilo orfelinato londinense y aventurece en un nuevo día....ya que ninguno es igual al otro...ya veras que es cierto.
Un abrazo y que tengas un buen día.
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