domingo, 7 de septiembre de 2008

El lamento de Euridice


Orfeo, Oh amado Orfeo
Desde las lejanas tierras de Hades, tu dulce lira se ha extinto para mí
La prosa hecha acorde ha sido devorada por el sufrimiento de quien ama.

Mis pies cubiertos de llagas ahora adornan el camino al olvido
Mi voz dormida no es escuchada desde esta prisión demoníaca,
Donde solo recuerdos tortuosos permanecen vivos.

¡Desdicha! , desdicha la que padece mi alma
¡Orfeo!, a ti; a quien amo alzo la súplica
Venid en busca de quien a una vez amasteis
A quien una vez tus palabras endulzaron el existir, tu canto.

No os convirtáis amado mío en falso héroe
No caigas en los territorios de la cobardía, donde las mentiras son almíbar para quien con retórica las maneja.

¿Habrán las ninfas capturado tu cuerpo en dulce encanto nuevo?
¿Dormirá el regocijo de tu alma en nuevos capullos nocturnos?
Orfeo; mi amado Orfeo, tirano el veneno que me separó de vuestro lado.

Descended al inframundo amado mío
Encantad a los Dioses con la plegaria de tu lira, con la sensatez de tu alma
Venced a los invasores y líbrate del canto de las sirenas
Has caso omiso a las tentaciones de las náyades
¡Despertad desde los Eliseos y llevadme fuera de la agonía!

Orfeo, por ti clamo amado mío
Las horas en silencio prolongan el invierno de Hades
Tortura menguante para quien deambula a orillas del Lette.

Rescatadme de los altares de Perséfone
Dejadme una vez mas acompañar los acordes de tu lira
Dulces y brillantes acordes.

Sigo en la espera, lúcida y fiel
Voz silenciada, más no muerta amado mío
Hasta que los rayos del sol cubran mi rostro;
Hasta entonces aguardará este amor para rebrotar en los campos de Démeter.